- Estrés: Un dato muy importante respecto a iguanas, camaleones y serpientes es que no son animales cariñosos. Así hay que admitirlo y tenemos que ser consecuentes con ellos. Ni siquiera tienen tendencias sociales para con nosotros. Por eso muchos reptiles recién adoptados y que su nuevo dueño no trate adecuadamente (es decir, se empeñe en sacar del terrario para acariciar, enseñar a todas las visitas y que lo toque y alimente de forma incorrecta), se enfrentará en breve al problema de ver irremediablemente cómo su animal de compañía se desgasta, está apático, no come, no se mueve de un rincón... y al final se muere sin poder hacer nada por él.
- Trastornos digestivos:
- Deficiencias en componentes nutritivos por no ofrecer la dieta más adecuada a cada especie y suplementos vitamínicos.
- Hibernación sin haber vaciado por completo sus aparatos digestivos. Al paralizarse todo en su interior, si aún queda comida sin terminar de digerir, se pudre, literalmente, en su intestino. Por ello, antes de que vayan a hibernar (que en cautividad podemos controlar nosotros según vayamos variando la temperatura y horas de luz en el día) debemos hacer que ayunen durante varios días, que se preparen gradualmente.
- Heridas y lesiones.
- Ectoparásitos (ácaros) y endoparásitos (gusanos intestinales).
- Mudas de piel anormales. Los reptiles sanos deben mudar completamente varias veces al año, en los lagartos la piel se cae a trozos en un proceso que debe durar pocos días y en las serpientes lo hace de una sola pieza. Si la serpiente está enferma la piel se rompe, cae a jirones y algunos fragmentos pueden causar infecciones