La mayoría de los peces de pecera que se comercializan descienden en origen de carpas de río. Pertenecientes a la familia de los ciprínidos, tienen un nombre científico común que es Carasius auratus. Fueron desarrollados fundamentalmente en China y Japón a base de cruces y distintas mutaciones. Se han conseguido animales muy diversos, con colores variados (rojo, blanco, cobrizo, chocolate, azules, marmóreos, negros, con colores uniformes o a manchas combinando cualquiera de los anteriores). La mayoría de las especies hoy existentes son compatibles entre sí y pueden mezclarse en un mismo territorio, aunque también es cierto que las más espectaculares y bellas son ejemplares más caros y delicados y no debemos recomendarlos para una pecera pequeña sino únicamente para acuarios bien montados.
Son ejemplares típicos de pecera, por económicos y resistentes los llamados cometas (el pez rojo que más vemos en peceras y estanques), los kois (cuando son pequeños) y los shubunkin: todos fusiformes, alargados, con la aleta caudal dividida en dos lóbulos, ágiles y rápidos (con la forma que un niño pintaría un pez en una pizarra). Las demás variedades, que detallaremos más ampliamente en el capítulo de peces de acuario (así como sus enfermedades típicas) son más llamativos: con abdómenes globosos, colas amplias abiertas en abanico y en algunos casos auténticas deformaciones de ciertas partes del cuerpo.