Los gatos se comunican entre ellos y nos dan señales claras de su estado de ánimo mediante señales acústicas y expresiones corporales.
- Cuando un gato está tranquilo y a gusto, ronronea y mueve su cola despacio, su manto está liso y puede incluso que cierre sus ojos si lo estamos acariciando.
- Cuando un gato está a la defensiva por la presencia de otro animal o algo que le asusta, está de pie con el tronco arqueado, cola erizada y hacia arriba, pupilas dilatadas, orejas aplanadas hacia atrás y la boca abierta emitiendo sonidos como si escupiera o gruñidos. El manto estará erizado y hacia atrás.
- Cuando un gato está sumiso ante otro animal o persona estará encogido todo el cuerpo, la cola recogida hacia el cuerpo, las orejas caídas, las pupilas ensanchadas y la boca semiabierta emitiendo quejidos o maullidos bajitos. Puede estar asustado y su cola no dejará de golpear el suelo rápidamente.
- Cuando está en actitud agresiva o se prepara para atacar adopta una posición de equilibrio, orejas tiesas hacia atrás, boca abierta y emitiendo siseos, gruñidos, pupilas contraídas y la cola baja y balanceándola.
Los gatos establecen jerarquías rápidamente con el resto de animales de la casa o con otros gatos si están en el exterior y adoptan posiciones según su fuerza y su estado hormonal. Los machos no castrados son los “jefes” normalmente y los castrados son relegados a subordinados de éstos. Las hembras no esterilizadas ocupan posiciones preferentes respecto a las que sí lo están.
Es difícil saber bien la extensión del territorio de un gato en libertad, pero todo dependerá de su relación con los gatos de las proximidades y de su estado hormonal. Los gatos caseros establecen su territorio, pudiendo ser desde una habitación hasta un sillón de la casa. Si hay más gatos, pueden compartir su territorio y hacerlo común a ambos.
Para marcar su territorio, los gatos lanzan unas gotas de orina con un olor muy característico o arañan zonas en árboles o vallas. En nuestro hogar este marcaje siempre lo hará con las gotas de orina sobre las camas, los sofás, las alfombras... etc. Esta orina es distinta a la caja, tiene un olor muy fuerte y difícil de eliminar. De ahí que se recomiende a los propietarios de gatos machos que si su gato, llegada la pubertad, comienza a dar síntomas de marcaje (y si no van a dedicarse a la reproducción), lo castren para evitar problemas. Una vez castrado vive tranquilo y más feliz, no se escapará para buscar hembras y se evita que en época de celo maúlle insistente tras las ventanas y las puertas.
El mito sobre el gato gordo y castrado:
Si a nuestro gato, una vez eliminadas sus hormonas, le proporcionamos alimentos apropiados y juego diario para que cace y se distraiga, no tiene porqué convertirse en un gato gordo y sin vitalidad. Esta es una idea que hay que combatir. Un gato es feliz sin sus hormonas siempre y cuando tenga distracción, compañía y buena dieta. (Muchos propietarios comentan incluso que sus gatos han vuelto a la infancia, por lo juguetones que parecen).
La forma de relacionarse unos gatos con otros es oler la cabeza y la cola del otro, donde se concentra la información de cada individuo. Cuando nuestro gato quiere dejarnos su olor y marcarnos, se frotará con la cara en nosotros y así descarga las feromonas y hormonas que lo identifican respecto a otro animal.