La bandeja de arena o cubeta de excrementos es el lugar donde el gato debe aprender a orinar y defecar tras la llegada al hogar. Los gatos, por ser animales muy limpios y con un instinto arraigado, casi con toda seguridad van a acostumbrarse sin problemas al uso de ésta. En el caso de los jóvenes, mientras permanecen con la camada, es su madre la que se dedica a “atusarlos” para provocarles el estímulo necesario que haga que orinen y defequen. Nosotros prácticamente ni vemos sus heces en esta fase. La gata se encarga de limpiarlo todo. Una vez ya destetados, llegan a nuestra casa y les hemos de proporcionar un lugar seguro y tranquilo para realizar sus necesidades.
La colocaremos en un lugar de poco tránsito y aireado.
Como les gusta rascar en la arena tras haberla manchado, la bandeja ha de ser lo suficientemente grande para el tamaño del gato entero. Lo ideal es usar una pequeña o mediana en su corta edad y de bordes bajos para que puedan entrar fácilmente y pasar luego a bandejas más grandes y de bordes más altos para que no ensucien alrededor.
La limpieza es fundamental para evitar, primero, que el gato se sienta a disgusto y defeque fuera de ella o ensucie otros lugares de la casa, y, segundo, para no dejar que se produzcan infecciones innecesarias por restos de materia orgánica, sobre todo en meses calurosos.