La base es, en principio, la misma que para un acuario de agua dulce, los peces, además de más caros resultan más exigentes en cuanto a las condiciones del medio en que viven. Este acuario, es para acuariófilos expertos, a los que por supuesto recomendamos la lectura de abundantes libros sobre la materia si quieren disfrutar con garantías del espectáculo resultante.
Los acuarios marinos necesitan otro tipo de filtros distintos a los de agua dulce, además precisan otros accesorios como separadores de urea, se deben tener en cuenta muchos más parámetros del agua (densidad por ejemplo) y el precio final se multiplica por cuatro o cinco con respecto a un acuario de agua dulce. Los peces son más sensibles a la calidad del agua.
Un acuario de agua salada jamás deberá tener un tamaño inferior a 200 ó 250 litros, si es más pequeño estamos condenados al fracaso.
Emplearemos agua de mar sintética, conseguida añadiendo al agua del grifo preparados comerciales de sales marinas (que contienen las sales y oligoelementos necesarios), pero no los microorganismos vivos beneficiosos, que deberán ir formándose y colonizando el acuario a posteriori hasta lograr el acondicionamiento del agua. Paradójicamente resulta más segura que la que podríamos recoger de la playa debido a la contaminación costera.
Como dato interesante: se requiere un pH más básico que en el acuario de agua dulce (óptimo: de 8 a 8,5).