Los gatos se pueden educar, al igual que cualquier otro animal doméstico, a pesar de que su carácter independiente dificulte el procedimiento. Existen modos de evitar el rascado de muebles o las peleas con otro gato en casa, donde nunca debemos meter nuestras manos o acabaremos lesionados. Por ejemplo: se coge una botella con spray y se llena de agua, se deja al alcance de nuestra mano y, a ser posible, sin que nos vean se les rocía con agua cuando los descubramos arañando los muebles o las cortinas.
Los vocablos cortos y sonoros, al igual que en los perros, sirven de orden: “ven”, “baja”, “no”. Hay que repetirlos en cada ocasión que sea necesario, muchas veces hasta que obedezcan.
Hay razas de gatos que se pueden sacar a la calle con un arnés (collar de cuerpo), aunque debe hacerse poco a poco e intentando evitar zonas masificadas de perros y gatos, ya que si el gato se asusta, nos costará mucho volverlo a pasear de nuevo.